El año pasado, el Festival Internacional de Cine de San Sebastián recibió el adelanto de “Muña muña”, dentro de su sección Work In Progress Latinoamérica (WIP Latam). La película, ya concluída, regresó a España -esta vez se proyectó en el reciente festival de Santander, dentro de la categoría reservada para las Óperas Primas- para mostrar lo logrado en tierras tucumanas, por ser un producto netamente local en todos sus aspectos.

“Muña muña” está protagonizada por Lili Juárez, quien compone a Olga, una enfermera de 60 años que trabaja en los Valles Calchaquíes. Vive con su hijo Rubén, un joven que está a punto de viajar al extranjero para continuar sus estudios. Mientras ella se esfuerza por ayudarlo a reunir el dinero necesario para su viaje, conoce a Stefano, un turista francés unos años menor, y reviven sentimientos que creía archivados. La inminente partida de su hijo y la reciente relación amorosa le despiertan contradicciones y preguntas sobre sus propios deseos postergados.

El filme es el debut de la directora argentina Paula Morel Kristof, y transita en pantalla como comedia dramática, con un elenco que completan Sergio Prina, Ana Carina Estrada, Vincent Joel Degelcke, Sophie Tirouflet, Fernando Solórzano, Máximo Duilio Rossaroli, Eleonora Cohen Imach y Cynthia Avellaneda, con la producción de Oreja Le Burro (integrada por Morel Kristof, Nicolás Aráoz y Agustín Toscano, lo que refuerza su identidad norteña).

Fuerte presencia tucumana y argentina en el Festival de San Sebastián

“La película tiene mucho de mi vida, porque me divorcié cuando mis hijos eran pequeños y crecieron conmigo. Mi hija es médica veterinaria y a mi hijo le falta la tesis para recibirse, siempre fueron muy buenos estudiantes, pero pagarles el viaje de egresados -por ejemplo- fue una locura. Fue mucho esfuerzo, más que nada en lo económico, si bien tuve una familia, una madre y unos hermanos que me acompañaron en todo momento, incluso espiritualmente”, le dice Juárez a LA GACETA desde España, adonde viajó para estar presente en el estreno en Santander (“me ayudó el vicegobernador Miguel Acevedo y su equipo, que están colaborando mucho con la cultura tucumana y necesito agradecerles”, pidió especialmente).

- ¿Por qué Olga deja de lado sus sentimientos?

- Ella no va postergando sus deseos porque no los sienta, sino porque tiene otras prioridades más importantes, como comprar un delantal, pagar el abono del colectivo o atender a su hijo.

- Un hijo que se va... ¿Te pasó?

- Las partidas de los hijos son difíciles. Mi hijo fue siempre muy independiente; se estaba por ir de casa, se compró un sommier, hizo todos los preparativos, y lo que le pedí fue que se vaya cuando yo estuviese trabajando en Rentas (NdelaR: es empleada pública de esa repartición desde hace décadas). Me pareció que iba a ser lo más doloroso, pero fue duro volver a casa y ver su cuarto vacío. Cambió de carreras un par de veces y después de mucho tiempo se puso a estudiar cine; me enteré por Fabián Soberón cuando estaba en tercer año.

- ¿Cómo definirías a tu personaje?

- Olga es una mujer simple que transita sus días con mucha rutina y con mucho valor; cruza todas las mañanas las montañas pero al mismo tiempo está contenta porque vive en una naturaleza que la contiene a ella. En su historia hay un despertar de primavera, y ya que está empezando la primavera, lo bueno tiene que suceder.

Mujeres e historias fuertes en el Festival de San Sebastián

- ¿Cómo fue filmarla?

- Fue intenso. Se la hizo casi en 13 días. Había noches que me tocaba actuar hasta la una y al otro día levantarme a las 5 de la mañana. Era muy agobiante, pero todo el equipo le ponía mucha garra para que se haga. Al ser la protagonista en un elenco prácticamente de todos tucumanos, porque sólo dos actores no lo son, y filmarse en El Mollar, hubo mucho sentimiento de pertenencia.

- Este año hay una fuerte presencia tucumana -nuevamente- en San Sebastián, y vos estás otra vez, pero de turista...

- Sí, volví a este festival a disfrutarlo. El año pasado, cuando nos seleccionaron en el WIP Latam para la ayuda de la producción, Paula me llamó al trabajo y le pregunté: “¿qué ganamos?” Me contestó “¿por qué preguntás así?” y era lógico, porque únicamente me puede llamar si ganamos algo o si pasa algo con la película. Ella estaba emocionada y me decía que yo sabía lo que era esta realización, el crudo que había logrado hacer con muy poco. Me contó que su madre, en ese momento y cuando se venían las elecciones y se avisoraba esta crisis cultural que estamos viviendo y que ya la palpábamos, decidió hacerla con lo poco que le había dado el Incaa. No se animaba a contarle a nadie, pero su mamá sacó un préstamo para el catering porque había que darle de comer como a 50 personas. Así se hace cine en esta provincia.